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Cuento: La pócima

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Ya estoy sentada en el sofá del living de mi casa cuando mi hermano mayor entra por la puerta principal seguido de los chicos de la banda: el bajista, el vocalista, el tecladista y Alonso, el baterista. Traen en las manos partes de la batería de Alonso, las dejan en una de las esquinas del living y vuelven a salir, pero antes de salir mi hermano mayor, que es el guitarrista, me dice bajito: —Piérdete mocosa, que vamos a ensayar. Que ni lo piense, yo me voy a quedar bien instalada en el sofá, el mejor lugar para mirar a Alonso, y sé que mi hermano no me va a sacar a la fuerza, no delante de los amigos, no. Delante de ellos a él le encanta hacerse el condescendiente. Yo no me voy a ir justo hoy que lo tengo todo planeado: les ofreceré el jugo de mora cuando hagan la primera pausa. Con el calor que hace y con todo lo que sudan apuesto a que se lo toman de un trago, mi hermano seguro que pensará que qué bicho me picó, que de adónde tanta amabilidad, aunque quizás ni se sorprenda ...

La stamina

El idioma italiano puede con una sola palabra abarcar un mundo de ideas o definir el sentimiento preciso. En "La mujer rota" de Simone de Beauvoir, uno de los personajes dice: "(...) eso que los italianos designan con una palabra tan bella: la stamina. La savia, el fuego que permite amar y crear. Cuando has perdido eso, lo has perdido todo." ¡De eso se trata, señor!  Para qué agotarse en  profundos soliloquios si todos los motivos y todas las respuestas se explican allí. La stamina . ¿Se le está apagando? Procure avivarla. 

Cuento: El túnel de ramas

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Es domingo y Melisa arrastra a Roberto a un picnic en la falda de la montaña. Extiende el mantel tan cerca de la orilla del río que sin cambiar de lugar podría tocar el agua con los dedos. Roberto se sienta sobre una gran roca plana con los ojos fijos en el agua, las rodillas abrazadas y la cabeza hundida entre los hombros. Melisa, al tiempo que le arroja breves miradas nerviosas, coloca los platos, los vasos, los cubiertos, los huevos duros, la fuente con las presas de pollo y la de ensalada. Luego pone a enfriar la botella de gaseosa en el agua. —Sácala —advierte él desde la roca a la que parece estar pegado—, se la llevará la corriente. —No se la llevará. Pero las piedras que puso para afirmar la botella no evitan que la fuerza del agua la arrastre río abajo. Un gruñido seco le llega desde la gran roca plana. —Qué estupidez la tuya, mira que meter la gaseosa en el río —se queja Roberto y baja de la roca. Melisa calla. Se concentra en los movimientos pausados y unif...

Una vieja audaz

Hoy vi en plena avenida a una viejita en bicicleta. Era flaca y algo encorvada, tendría unos ochenta cortos o un poco más. Avanzaba rápido de pie sobre los pedales, como si el sillín no se hubiera hecho para ella. De tanto en tanto, con un movimiento enérgico del brazo derecho apuraba a los automovilistas que le obstruían el paso, quienes con una cara de asombro que ni te cuento aminoraban la velocidad. No inspiraba lástima ni el deseo de protegerla con la advertencia de que se cuidara de  los automovilistas o de alguna caída que podría serle fatal. No inspiraba inseguridad ni catástrofe inminente, sino ganas de llegar a ser una vieja como ella. 

La luna en la botella

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Cuando todos los caminos fueron bloqueados, la luna llena permanece como la única vía segura e inconmensurable.  Da lo mismo su color: roja, blanca o gris, pero sí la forma y el brillo. Una gran luna redonda y brillante, para que al mirarla sepa el destinatario que ella sigue estando, y que espera. A menos que imagine que la encierra en una botella de cristal opaco que oculta para siempre en las montañas. © Carolina Meneses Columbié, 2015

Analogías fundamentales

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Foto del Madrid Antiguo: Biblioteca Nacional hacia 1930. Biblioteca Digital Hispánica (Biblioteca Nacional de España) Lo veo entrar a la biblioteca y me ocurre lo mismo que con los libros: algo en él me llama la atención y trato de iniciar un acercamiento discreto, como cuando leo el resumen de la contratapa para orientarme. ¿Hasta dónde valdría la pena llegar? Una relación o lectura liviana y rápida, de las que no dejan huella porque la cosa no da para más. Una relación o lectura ni tan superficial ni tan profunda, como las del verano. Podría ser que al conocerlo quisiera llegar un poco más allá de la mitad. Podría gustarme la forma. Y el contenido. Sentir la urgencia de descubrir la historia no contada, el desafío de entender su conflicto y los vericuetos de la trama, la necesidad de escuchar sus palabras certeras, con ese toque irrepetible que transforma lo cotidiano. Al llegar a ese punto decidiré que no  lo perderé de vista, que lo mantendré a mi lado por un...

Traductor Enemigo versus Traductor Amigo

Afortunado seas si puedes leer un libro en su idioma original que, además, no es tu idioma materno. Pero si no te queda más remedio que leer la traducción, es mi deber alertarte sobre cierto peligro. Antes quiero hacerte unas preguntas: Cuando te dispones a leer un libro o cuando lo hojeas en la librería, ¿te fijas en el nombre del traductor? ¿Te ha interesado alguna vez conocer de traductores así como conoces de autores? ¿No? Yo tampoco lo hacía hasta que  llegó a mis manos un libro de uno de mis autores favoritos,  John Cheever . Ya en el segundo párrafo del primer cuento noté algo raro. ¿Estaba leyendo realmente a John Cheever? ¿El mismo que ganó el National Book Award y el Premio Pullitzer,  uno de los mejores cuentistas de Estados Unidos? Revisé la biografía al dorso, y sí, se trataba del mismo John Cheever. ¿Qué había ocurrido? El original en inglés había caído en las manos de un Traductor Enemigo y cuando terminó con él, parecía haber sido escrit...