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Traductor Enemigo versus Traductor Amigo

Afortunado seas si puedes leer un libro en su idioma original que, además, no es tu idioma materno. Pero si no te queda más remedio que leer la traducción, es mi deber alertarte sobre cierto peligro. Antes quiero hacerte unas preguntas: Cuando te dispones a leer un libro o cuando lo hojeas en la librería, ¿te fijas en el nombre del traductor? ¿Te ha interesado alguna vez conocer de traductores así como conoces de autores? ¿No? Yo tampoco lo hacía hasta que  llegó a mis manos un libro de uno de mis autores favoritos,  John Cheever . Ya en el segundo párrafo del primer cuento noté algo raro. ¿Estaba leyendo realmente a John Cheever? ¿El mismo que ganó el National Book Award y el Premio Pullitzer,  uno de los mejores cuentistas de Estados Unidos? Revisé la biografía al dorso, y sí, se trataba del mismo John Cheever. ¿Qué había ocurrido? El original en inglés había caído en las manos de un Traductor Enemigo y cuando terminó con él, parecía haber sido escrit...

Las disculpas, ¿las pides o las ofreces?

Ante la duda abstente, es el aforismo que guía mis pasos, por lo que no me queda más remedio que consultar el sitio web de la autoridad en la materia, la Real Academia de la Lengua Española . La respuesta me sorprende: "Algunos puristas han censurado el uso de la fórmula pedir disculpas  cuando una persona desea pedir perdón por haber cometido una falta, señalando que lo correcto sería ofrecer o presentar disculpas.  No obstante, no hay razones para tal censura. Para dilucidar correctamente esta cuestión, hay que tener en cuenta, por una parte, el significado del término disculpa  y, por otra, las distintas acepciones del verbo disculpar." "El Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española (2001)  ofrece una única acepción para el sustantivo disculpa :  'Razón que se da o causa que se alega para excusar o purgar una culpa'. Nada hay en esta definición que obligue a considerar que solo el ofensor es quien debe ofrecer su comportamiento ofensivo. ...

En una biblioteca pública tú puedes encontrar

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Al que desde hace algunos días llega siempre a la misma hora y  ocupa la misma mesa, saca de su maletín el mismo libro de existencialismo sobre el que, invariablemente, estará durmiendo a los cinco minutos. Al escolar que  pide en Referencia un libro de álgebra y una vez que se lo entregan y ocupa su puesto, en lugar de revisar el libro se pone a rayar la mesa. Al chico de mirada inteligente que no revisa el catálogo de títulos sino que va directo a la estantería porque prefiere revisar libro por libro y que al final, por desear llevárselos todos, no se llevará ninguno. A la niña que hace algunos días descubrió los libros infantiles y quedó deslumbrada porque ya no tendrán sus padres que comprarle todos los que ansiaba leer. A la ama de casa que se cansó de la casa, del planchado y del cocinado, que ingresa con timidez a la sala de lectura y  le pregunta a la bibliotecaria  por qué autores comenzar. A la misma ama de casa, seis meses más tarde, ...

El aturdidor de moscas

Durante el último almuerzo Gonzalo nos contó lo de la mascota de su hermano. Una araña grande e inofensiva a la que alimenta con moscas aturdidas. ¿Cómo lo hace? Pregunté. Las aturde pegándoles con una hoja de periódico enrollado, respondió. ¿Cómo las puede aturdir sin matarlas? Le volví a preguntar. Dándoles el toque justo, claro que al principio terminaba matándolas a todas y como la araña no recibe moscas muertas tuvo que aprender rápido. Pasaba días enteros practicando. Imagine usted la absurda escena y pregúntese, ¿una prueba del gran cariño que el hombre puede llegar a sentir por su mascota o la constatación de su inefable soledad? © Carolina Meneses Columbié, 2011

La importancia de los buenos títulos

El título es lo primero con lo que el lector se enfrenta, y como la aventura comienza por ahí, el título vendría a convertirse en la tarjeta de presentación de la obra literaria. Un título puede ser mejor que la historia misma, o viceversa; un poderoso imán o  campo minado. Puede ser poético, agresivo, enigmático, repelente, atrayente. Encerrar una doble lectura o no dejar nada a la imaginación. Soso, cursi, sugerente o sublime, el título es una parte de la obra que no hay que descuidar. Hay autores que poseen una enorme inventiva mientras que para otros el título se convierte en un problema. El consejo de los amigos puede ser valioso, pero cuando éste falla existe un recurso del que se ha hablado hasta el cansancio: distanciarse de la obra por un tiempo ayuda a ordenar las ideas y permite que en el lugar recóndito donde se negocia la creatividad, logre formarse algo que nos deje satisfechos. En todo caso, quedar satisfechos es otra utopía del trabajo literario. Revisemo...

Para escribir y comer pescado, hay que tener cuidado

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Cuando   escribas, ¿qué podrías hacer o dejar   de hacer para evitar los temidos gazapos? Te   aclaro   que   mis consejos nacen de la propia   experiencia,   de muchas metidas de pata y de   algunos aciertos. * Nunca jamás escribas bajo el efecto de las emociones, ni de las positivas ni de las negativas: Si presencias un accidente de tránsito y los heridos aterrizan a tus pies, ese día NO escribas. Si el amor de tu vida te abandona, o te dice que sí o por fin da algún indicio de que le interesas, NO escribas. Si peleaste con alguien, si te subieron el sueldo o si te ganaste la lotería, NO escribas. Escribe cuando tu mente se haya serenado y vuelva a ser capaz de analizar los hechos con objetividad. Si a pesar de todo decides escribir con la mente y el alma atormentada, hazlo pero no des a conocer el texto, guárdalo y revísalo más tarde. Tampoco escribas cuando el cansancio o el sueño te venzan, una cabeza en tal esta...

La grieta, de Doris Lessing

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En el comienzo de los tiempos en la Tierra no había hombres, sólo mujeres a las que fecundaba la Luna. Eran seres marinos que vivían en "La Grieta", una cueva junto al mar. Los años transcurrían rutinarios y en completa calma: Ellas nadaban, tomaban sol tendidas sobre las grandes rocas de la costa y parían a más hembras. Así fue durante siglos, no existía otro orden de cosas y la posibilidad de alterarlo con la búsqueda de un destino diferente lejos de  la cueva no cruzaba por sus mentes. Hasta que nació un monstruo que tenía, en el mismo lugar en que las mujeres exhibían su grieta, unas protuberancias extrañísimas que parecían no servir para nada. No había sitio en "La Grieta" para un monstruo repulsivo e inútil,  sin escrúpulos ni culpas las mujeres se deshicieron de él. Pero volvió a nacer otro y otro más, nacieron tantos que fue imposible eliminarlos a todos. La vida cambió para siempre, los hombres habían llegado para quedarse. Aunque es un tema que ya fue ab...